VUELO DE BRUJAS
FICHA TÉCNICA
Número de catálogo: P07748
Título: Vuelo
de brujas
Fecha: Hacia 1798
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Dimensión: Alto: 43,5 cm.; Ancho: 30,5 cm.
Serie: Asuntos de Brujas para
el duque de Osuna
Procedencia: Duque
de Osuna, palacete de la Alameda, Madrid, 1798. Venta de los bienes de Osuna,
Madrid, 1896, nº 83. Ramón Ibarra, Madrid. Colección Ibarra, Bilbao. Colección
Luis Arana, Bilbao. Jaime Ortiz Patiño, Sotogrande, Huelva, 1985-1998.
Adquirido por el Estado con destino en el Museo del Prado en 1999.
Vuelo de brujas
Hacia 1798. Óleo sobre lienzo,
43,5 x 30,5 cm.
Forma
parte de la serie de seis lienzos, de los que el Prado conserva sólo éste, que
Goya vendió en junio de 1798 a los duques de Osuna, para la decoración de su
casa de campo, La Alameda, a las afueras de Madrid; los tituló en la cuenta de
entrega como composiciones de asuntos de Brujas. Tres
personajes, vestidos con faldillas, con el torso desnudo y tocados con
capirotes en forma de mitra, decorados con pequeñas serpientes, e iluminados
por un foco de luz exterior al cuadro, sostienen en el aire a otro desnudo,
abandonado en sus brazos, al que insuflan aire soplando sobre su cuerpo, como
revelan sus hinchadas mejillas. En la parte baja, dos hombres, vestidos de
campesinos, han alcanzado la cima de la montaña, cuyo camino tortuoso y
ascendente se pierde en la oscuridad del fondo, mientras su asno se ha parado
más abajo. Uno, caído en el suelo, se tapa los oídos para no escuchar el ruido
de los seres voladores; el otro, avanza con la cabeza cubierta, protegiéndose
de la luz y haciendo la higa con sus dedos, contra el mal de ojo.
La radiografía y la reflectografía de rayos
infrarrojos muestran un cambio importante en la composición: la figura que
ahora camina de frente, cubierta por una manta blanca, estaba originalmente de
espaldas, retrocediendo por el camino por el que había subido, buscando al
asno, que espera más abajo, que Goya utilizó siempre en sus obras como símbolo
de la Ignorancia.
Goya y
Lucientes Francisco de
Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, provincia de Zaragoza, 30 de marzo de 1746-Burdeos, Francia, 16 de abril de 1828)1 fue
un pintor y grabador español. Su obra
abarca la pintura de caballete y
mural, el grabado y el
dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte
goyesco supone, asimismo, el comienzo de la pintura contemporánea y es precursor de las vanguardias pictóricas
del siglo XX; por
todo ello, se le considera uno de los artistas españoles más relevantes y uno
de los grandes maestros de la historia del arte.
Tras un lento aprendizaje en su tierra natal,
en el ámbito estilístico del Barroco tardío
y las estampas devotas, viaja a Italia en 1770,
donde traba contacto con el incipiente Neoclasicismo, que
adopta cuando marcha a Madrid a
mediados de esa década, junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado
de su nuevo trabajo como pintor de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El
magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo
imponía Mengs, mientras que el
pintor español más reputado era Francisco
Bayeu, que fue cuñado de Goya.
Una grave enfermedad que le aqueja en 1793 le
lleva a acercarse a una pintura más creativa y original, que expresa temáticas
menos amables que los modelos que había pintado para la decoración de los
palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata, a los que él mismo
denominaba de capricho e invención, inician la fase madura de la obra del
artista y la transición hacia la estética romántica.
Además, su obra refleja el convulso periodo
histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia, de
la que la serie de estampas de Los desastres de la guerra es
casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión
exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier
clase y condición.
Gran popularidad tiene su Maja
desnuda, en parte favorecida por la polémica generada en torno a
la identidad de la bella retratada. De comienzos del siglo XIX datan también
otros retratos que emprenden el camino hacia el nuevo arte burgués. Al final
del conflicto hispano-francés pinta dos grandes cuadros a propósito de los
sucesos del levantamiento del Dos de Mayo de
1808, que sientan un precedente tanto estético como temático para el cuadro de historia, que
no solo comenta sucesos próximos a la realidad que vive el artista, sino que
alcanza un mensaje universal.
Pero su obra culminante es la serie de pinturas
al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de campo (la Quinta
del Sordo), las Pinturas
negras. En ellas Goya anticipa la pintura contemporánea y los
variados movimientos de vanguardia que marcarían el siglo XX.
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